Cinco años después de casarnos, sabíamos que estábamos listas para dar el siguiente paso: formar una familia. Ya teníamos años soñando con la idea de escuchar un “mamá” en casa, y aunque sabíamos que nuestro camino sería distinto, teníamos muy claro que queríamos que ese bebé llegara con amor, ciencia y acompañamiento. Por eso elegimos Ingenes.
Desde el primer contacto, sentimos una calidez distinta. No fue solo una clínica, fue un lugar donde nos hablaron con verdad, nos explicaron con paciencia y nos miraron con empatía. Nos hicieron sentir que sí era posible. Y lo fue.
“Lo logramos con un solo intento”
Cuando nos confirmaron que la inseminación intrauterina (IIU) era el tratamiento adecuado para nosotras, no sabíamos que ese primer intento iba a ser también el que nos cambiara la vida para siempre. Muchas parejas viven este proceso por meses, incluso años, y nosotras, gracias al seguimiento puntual, la preparación médica y el respaldo del equipo, recibimos la noticia más esperada a la primera.
Sí, estábamos embarazadas. Y ahí, en ese momento, todas las dudas, los nervios y el miedo, se transformaron en esperanza.
Una espera llena de retos… y amor
Desde las primeras semanas, mi embarazo (Fer) vino acompañado de altibajos. Empecé a tener complicaciones con la vesícula, incluso terminé varias veces en urgencias. Nuestra doctora nos lo dijo con claridad: una crisis más y tendríamos que hacer una cesárea prematura.
Recuerdo perfecto cómo, con apenas 34 semanas, nos prepararon para madurar los pulmones de nuestro bebé con una inyección especial. La meta era llegar, al menos, a la semana 37. Y lo logramos. Gracias a los cuidados extremos, la dieta estricta (pollo y arroz, sin fallar un día), al compromiso médico y al apoyo incondicional de Dani, pudimos darle el tiempo necesario a nuestro hijo para nacer fuerte y sano.
El día que cambió nuestra historia
La cesárea fue programada. Todo estaba listo. El equipo que nos atendió fue impecable, empático y profesional. Recuerdo ver los rostros de las personas que nos acompañaron durante el procedimiento y sentir que, más que médicos, eran parte de este logro.
Y ahí, en esa sala, nació nuestro hijo: Alonso.
Lo vimos por primera vez, lo escuchamos llorar, lo abrazamos con los ojos y con el alma. Y todo tuvo sentido. Todo el proceso, todo el esfuerzo, todos los miedos… valieron la pena
Ingenes fue parte de nuestro “sí se pudo”
Sabemos que muchas parejas como nosotras tienen dudas sobre si podrán lograrlo. Si tendrán la oportunidad de vivir esto, si encontrarán un lugar que .las escuche y las entienda. Nosotras encontramos eso y más en Ingenes.
Nos dieron claridad médica, opciones reales, acompañamiento psicológico y una ruta concreta. No solo logramos embarazarnos al primer intento, también sentimos que cada paso fue dado con propósito y respeto.
Hoy, nuestra familia existe. Y es todo lo que soñamos.
Alonso llegó para transformarlo todo. Y aunque nuestra historia de amor empezó hace muchos años en Cuernavaca, nuestra historia como familia empezó en una sala de espera, llenando formatos, haciéndonos estudios, aprendiendo a confiar.
Hoy miramos hacia atrás con gratitud. Y a quienes estén por comenzar este camino, solo queremos decirles algo: sí se puede, y sí vale la pena.
Dos mamás, un intento, una gran historia
Si formas parte de una pareja de mujeres y sueñas con tener un bebé, en Ingenes encontrarás opciones reales para lograrlo, como lo hicieron Fernanda y Daniela.
Con un solo intento de Inseminación Intrauterina (IIU) y el respaldo de un equipo especializado en fertilidad, hoy viven su maternidad junto a su hijo Alonso.
Contamos con tratamientos diseñados para parejas como ustedes, acompañamiento emocional y atención médica de alto nivel.
Tu historia también puede comenzar aquí.
